En este tipo de operación, se ingresa a la cavidad abdominal a través de una incisión de 1 cm (generalmente en el ombligo) que permite la introducción de una óptica conectada a una cámara de video que proyecta la imagen de los órganos intra-abdominales en un monitor. A través de una o más incisiones pélvicas accesorias menores de 1 cm se introducen los instrumentos necesarios para efectuar la cirugía correspondiente.
Como principales ventajas de la laparoscopía se puede mencionar el menor dolor post-operatorio, el menor tiempo de hospitalización (en general 1 o 2 días), la más rápida recuperación post-operatoria, permitiendo una reincorporación más precoz a las actividades laborales y cotidianas, y también un mejor resultado estético.
En ginecología existen múltiples enfermedades que pueden ser tratadas con laparoscopía, como por ejemplo la miomatosis uterina, quiste y/o tumor ovárico, esterilización quirúrgica, endometriosis, embarazo tubario, obstrucción tubaria, hidrosálpinx, reanastomosis o recanalización de trompas, torsión anexial, absceso tubo-ovárico, etc.
Como todo procedimiento quirúrgico, la laparoscopía no está exenta de complicaciones, sin embargo el riesgo de complicaciones graves, en centros reconocidos y en manos de especialistas, es menor del 1%.
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